Considerada durante mucho tiempo como una práctica impuesta a las mujeres o una inherencia a los hombres homosexuales, la sodomía está tomando fuerza como una práctica sexual en la que los hombres, los sodomizados, sienten placer. Las costumbres están cambiando, ¡por fin!
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ToggleLa sodomía tiene pegada en ella una imagen degradante. Ha sido vista, por mucho tiempo, como un acto sexual sucio, incluso degradante, y como una forma de sumisión de la persona pasiva a la persona activa.
Conocida y practicada desde la antigüedad por los Griegos y los Romanos, la sodomía – que toma su nombre de la ciudad bíblica Sodoma – se refería, en primer lugar, a todas las prácticas sexuales reprobadas por las creencias. La felación, el cunnilingus, la masturbación o, incluso, la penetración anal, formaban parte de este paquete de regalos llamado sodomía. Pues sí, nuestros lejanos antepasados también sabían divertirse.
No hace mucho tiempo, de hecho, porque no fue hasta 2003 que la penetración anal dejó de ser condenable – y condenada – del otro lado del Atlántico. Sin embargo, trae consigo, una vez más, tabúes y prohibiciones.
La sodomía, tan higiénica como cualquier acto sexual
En realidad, la sodomía no es sucia. Comencemos por hablar de la higiene. Como cualquier acto sexual, la sodomía requiere ante todo limpieza y respeto por uno mismo. Ducharse, defecar y hacerse un enema anal son pasos básicos, aunque solo sea para sentirse limpio. Porque este es uno de los secretos de la sexualidad: amarse a sí mismo permite amar lo que se hace.
La ducha anal no debe ser ni muy fría ni muy caliente. Tampoco será necesario un limpiador de alta presión. El agua instilada suavemente en el cuenco fecal será suficiente para ablandar la materia que se aloja ahí, y permitirá expulsarla sin dolor ni riesgo de lesiones. La penetración de la punta de la pera de enema anal se hará lubricándola una vez haya sido limpiada concienzudamente.
La sumisión es una posible lectura de la sodomía, pero no es para nada consustancial. Si una persona ve la sodomía como algo degradante, es porque la ve desde el punto de vista de su educación y su vida. Y si esta sensación aporta algo de picante o emoción al juego, entonces todos saldrán ganando. Si, por el contrario, no te sientes cómodo/a con esta sensación, sabe que nada ni nadie debe obligarte a realizar ningún tipo de prácticas.
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Los hombres, predispuestos a sentir placer por la sodomía
Los hombres tienen un órgano, la próstata, que tiene la particularidad de ser especialmente sensible a la estimulación, ya sea digital o por otros medios. Este órgano sexual es el principal responsable de la conservación de los espermatozoides y de la fabricación del fluido que los nutre. Situada en la unión entre el tracto urinario y el genital, a pocos centímetros del ano, la próstata será, durante la sodomía, sometida a una dura prueba, hasta el punto de desencadenar orgasmos prostáticos violentos y, en algunos casos, bastante frecuentes, para provocar una eyaculación. Además, la estimulación de la próstata es, en gran parte, la responsable del placer que sienten los hombres al ser sodomizados. Pruébalo tú mismo, ¡un consolador o un vibrador serán suficientes para convencerte!
¡Abajo la imagen de homosexualidad que acompaña la sodomía!
La homofobia representa una parte importante de la sodomía. La persona que recibe la penetración se considera pasiva (este es el término aceptado dentro de la comunidad gay), o incluso sumisa. Más aún cuando se trata de un hombre. La representación tradicional de la masculinidad se pone en tela de juicio. Al parecer, la virilidad y su corolario, el patriarcado, sienten la necesidad de demostrar que alguien sigue siendo un hombre únicamente a través de su posición sexual.
Sin embargo, las estadísticas son claras: 41 % de los hombres han practicado ya la sodomía (frente a un 37 % de mujeres). En Francia, según el IFOP, el 3 % de las personas se consideran homosexuales. ¿Por tanto, el 38 % restante está reprimido? Desde luego que no. Simplemente, aceptan la sodomía como una fuente diferente de placer, sin plantearse si son homosexuales o no. Y si fuera así, ¿sería un problema? ¡Claro que no!
No hay mayor riesgo de ITS si la sodomía se realiza en buenas condiciones
La práctica de la sodomía requiere delicadeza y paciencia. Los esfínteres anales no están, a priori, diseñados para aceptar la penetración, por lo que tenderán a rechazar la entrada del glande o del accesorio utilizado. El riesgo, al insistir demasiado fuerte o rápido, es de crear una lesión en la piel o en la mucosa anal. Esta lesión, llamada fisura anal, es un vector de transmisión, así como de contracción de múltiples infecciones de transmisión sexual, encontrando el SIDA en primer lugar. Es por esto por lo que no solo te animamos a usar un preservativo durante la sodomía (conozcas o no a tu pareja), sino también a que uses lubricantes, que son, casi siempre, necesarios.
El placer a través de la preparación
Aquellos que consideran que la preparación – los famosos preliminares – es al menos tan importante en un acto sexual como el acto en sí mismo, estarán, al practicar la sodomía, bien servidos. La penetración anal no puede ser improvisada. Sin hablar de una preparación mental a largo plazo, el hecho de tener que proceder por etapas, empezando por una limpieza íntima, seguida de un enema, hace que, aun cuando no son obligatorias, estas dos necesidades retiren el aspecto “inesperado” de la relación sexual. Luego viene la dilatación del ano y la aplicación del lubricante.
Toda esta fase de preparación contribuye a la excitación y a la puesta en marcha del placer que se avecina. Por otro lado, las prisas y una preparación poco cuidada, pueden provocar resultados desastrosos de esta agradable experiencia. Lo has adivinado, ¡la sodomía es algo para lo que se debe estar preparado!
Dedos, sexo o accesorio
La sodomía se puede realizar de manera simple con los dedos. Uno, dos, tres o más dedos… todo dependerá de tus ganas, por un lado, y de la elasticidad de tus esfínteres, por otro. Contrariamente a la leyenda urbana, a menos que se practique la sodomía de forma especialmente extrema, el riesgo de incontinencia fecal debido a la sodomía es casi nulo.
¡El cuerpo tiene capacidades elásticas asombrosas!
De hecho, utilizar los propios dedos para empezar es una buena solución, pues te permitirá, encontrar la mejor posición para ti, la frecuencia y el ritmo de ida y vuelta adaptados a tu cuerpo y a tu ano. En pocas palabras, ¡es la práctica la que te llevará al placer!
Puedes emplear un consolador, ya sea vibrador o no. Sin duda, estará menos marcado por los tabúes, sobre todo higiénicos, que podrían recaer sobre el uso de los dedos. El inconveniente es que la sensación se atenúa por la dureza del accesorio, además de provocar, eventualmente, una lesión si se va demasiado rápido.
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Por último, el sexo del hombre es el accesorio ideal para una sodomía exitosa. Caliente, duro y vivo, el pene se utilizará con delicadeza (su dueño sentirá dolor si va demasiado rápido). La penetración por parte de otro hombre simboliza una etapa de la sexualidad. Es la clara aceptación de este placer y de la posibilidad de que alguien del mismo sexo nos ofrezca placer, lo que contribuye, en gran medida, en hacer de la sodomía un acto sexual aparte.
Suave y agradable, sí, pero aparte.
La primera vez, confiado y relajado
A riesgo de escandalizar a los machos alfa, recibir la sodomía por primera vez requiere, por parte de quien penetra, delicadeza y escucha. El placer puede no estar presente en la primera vez, aunque sí el dolor, en ciertos casos. La mayoría de las veces será porque esta sodomía fue aprehendida; que el receptor tenía miedo, estaba estresado o preocupado. Contra esto, no hay ningún secreto.
Si los poppers pueden ayudar a relajar y dilatar un poco, el diálogo y el intercambio sobre las sensaciones, las preocupaciones, así como las dudas sobre lo que va a pasar, son otras de las murallas al dolor. Aquí, como todo acto sexual, el intercambio, la comunicación y el compartir son las claves de una sodomía exitosa.
Por cierto, ¿qué es una sodomía exitosa? No existe una definición académica, pero podemos decir que es cuando las dos partes implicadas han sentido placer; quien penetra y quien es penetrado. Es cuando se ha alcanzado la dosis exacta de dolor esperada por el receptor y se ha servido la dosis mínima de placer. Es, finalmente, cuando los dos protagonistas querrán volver a empezar, cada uno, por su placer, que podremos pensar que la primera sodomía recibida ha sido exitosa.
No intentes lograrlo a toda costa en tu primera vez. Primero, porque tienes derecho a que no te guste la sodomía. Segundo, como para cualquier acto sexual, es con el tiempo y la repetición que el placer de dejarse llevar llegará. Y tercero, la hora, el lugar, el ambiente, la persona que penetra, la comida, las preocupaciones de la vida cotidiana, etc. Esta miríada de pequeños detalles puede llevar a que, de un momento a otro, el placer de la sodomía esté presente o ausente.
Sin ninguna otra explicación que la deliciosa alquimia que nos hace humanos.