Como sabes, los hombres y las mujeres no son iguales en el campo del orgasmo. En efecto, una mujer necesita dos veces más de tiempo para alcanzar el placer; por tanto, es necesario que el hombre sea capaz de controlar y retrasar la eyaculación.
Diferenciar los orgasmos del hombre y de la mujer
Lo primero que hay que saber es que el hombre está naturalmente programado para eyacular con relativa rapidez. Esto se debe al hecho de que, hace mucho tiempo, tener una relación sexual representaba un potencial peligro. ¡Afortunadamente, esto no pasa en nuestros tiempos! Pero en la antigüedad, el hombre no podía ver a un enemigo acercándose a sus espaldas.
La naturaleza ha previsto este comportamiento, permitiéndole eyacular rápidamente y así poder volver a observar su entorno en todas las direcciones. Desgraciadamente, esto no es bueno para la mujer que necesita un mayor tiempo de excitación para llegar al orgasmo.
Debes saber que los sexólogos han medido este tiempo, e indican que, en promedio, una mujer necesita 15 minutos de excitación para correrse mientras que el hombre puede llegar al orgasmo en tres minutos. Pero atención, esto no es una carrera olímpica; lo más importante es la satisfacción de los dos.
Los diferentes momentos del auge del placer
La excitación femenina puede provenir de diversas estimulaciones. En este artículo, nos centraremos en la fase de penetración. Cuando el hombre penetra a la mujer, su pene va a ejecutar movimientos de ida y vuelta. Estos van a producir une excitación mutua y, a cierto momento, el orgasmo llegará en el hombre, provocando su eyaculación. Por su lado, la mujer sentirá espasmos de placer intenso.
En este caso, describimos una situación ideal. En la realidad, esto es un poco más complicado. En general, dado que el hombre alcanza el orgasmo más fácil y rápidamente, es su tarea de aprender a retrasarlo, con el fin de que su pareja sienta un placer más intenso. Por ejemplo, podrá ralentizar, e incluso detener sus movimientos de penetración.
Además, puede utilizar los músculos PC (piso pélvico) de la base del pene y del ano contrayéndolos con fuerza: esto evitará que se produzca la eyaculación. Puedes localizarlos fácilmente cuando, por ejemplo, dejas de orinar conscientemente. Son los músculos internos que detienen el flujo de orina. Cada vez que vayas al baño, puedes practicar la detención del chorro de cuatro a seis veces durante la micción.
La respiración juega también un rol importante en el fenómeno de la eyaculación. Si la ralentizas al mismo tiempo que la haces profunda, la excitación va a bajar ligeramente, lo que retrasará la llegada de tu orgasmo. La mejor técnica es inspirar hasta inflar tu vientre, para luego retener la respiración durante algunos segundos. Luego, solo bastará expirar el aire por la boca con bastante fuerza, de manera que tu vientre se contraiga (vaya al interior). Es una técnica energética muy efectiva, derivada del Tantra.
Controlar la eyaculación en pareja
Si estás en armonía con tu pareja, ella podrá detectar la llegada de tu orgasmo. Prestando atención al ritmo de tu respiración o a la rigidez de tus músculos, ella sabrá que la eyaculación está cerca.
En este momento, ella podrá detener sus movimientos para que la excitación masculina recaiga. Además, ella podrá adoptar una técnica conocida por los sexólogos: el squeezing.
Una vez el pene ha salido de la vagina, basta con presionar el glande con bastante fuerza entre el pulgar y el índice (¡sin herir al hombre!): así, el momento de la eyaculación se retrasará.
La masturbación mutua, ideal para retrasar la eyaculación
Para alcanzar el máximo placer, no sólo existe la penetración. Por ejemplo, las caricias son una buena forma de llegar al orgasmo. También es una oportunidad para experimentar otra forma de compartir la sensualidad. El hombre puede así excitar a su pareja siguiendo las indicaciones que ella le da. Así, ella alcanzará uno o más orgasmos satisfactorios. El hombre puede entonces penetrarla mientras se da placer.
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